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miércoles, 11 de marzo de 2009

¡No pongas todos los huevos en un mismo cesto! Riesgo (parte IV)

Hace ya más de un año que vivimos en un entorno turbulento, con intensas variaciones en los precios de las acciones, la renta fija, el sector inmobiliario, las divisas, las materias primas y los metales preciosos.

Hoy me gustaría dedicar este escrito a la VOLATILIDAD, su concepto, cómo se calcula y cómo nos puede ayudar para valorar las propuestas de nuestra entidad bancaria o de nuestro asesor financiero.

¿Sabías que el riesgo de un activo se puede medir cuantitativamente hablando? Ello no significa que seamos capaces de anticiparlo pero si nos puede ayudar a la hora de tomar decisiones de inversión. No hay que olvidar que nadie te conoce mejor que tu mismo y por lo tanto, nadie mejor que tu sabe qué producto te conviene más.


El riesgo se mide mediante una medida estadística, la desviación estándar. Quizás alguno domine perfectamente el concepto pero a la mayoría os sonará a chino o como mucho os recordará vagamente algo de la escuela; y a unos cuántos os hará regresar a las clases de estadística donde, en vez de escuchar al “profe”, la mente se escapaba hacia algún lugar lejano…hasta que el maestro te hacía regresar a la realidad: Fulanito, ¡despierta! ¿Qué es la desviación típica? Y ya la habíamos liado…

Desde pequeños, prevenimos y enseñamos a nuestros hijos los riesgos que pueden correr: no hables con desconocidos, no aceptes chuches de nadie que no conozcas, etc... En cambio, nos llama el director de nuestra agencia bancaria con una propuesta que no entendemos y allí estamos, dispuestos a dejarnos hasta la camisa!

Hoy indagaremos en este concepto que últimamente tan a menudo oímos o leemos en los medios de comunicación:

Volatilidad: Diferencia entre la rentabilidad de un determinado activo con respecto al rendimiento medio que ha obtenido en el pasado. Cuanto mayor es esta diferencia, mayor es la incertidumbre del activo y por tanto mayor es su volatilidad.

¿Cómo se calcula?

Lo veremos con el siguiente ejemplo:


Rt (1) = Rentabilidad de cada periodo (en nuestro caso anual)
Rmedia = Rentabilidad Media del periodo (6%+9%+3%-2%)/4 = 4%
Varianza = Suma (Rt-Rme)^2 / nº periodos =16,5%
Desviación Típica= Raiz cuadrada de la varianza = 4,06%

VOLATILIDAD = Desviación típica= 4,06% = RIESGO TOTAL DE UN ACTIVO

En nuestro ejemplo, una volatilidad anual del 4,06% significa que respecto a la rentabilidad media de nuestro activo, el 4%, normalmente no nos vamos a separar en más ni en menos del 4,06% (volatilidad). No obstante, habrá periodos en que estos valores pueden verse superados como esta ocurriendo en la actual crisis por lo que este dato debe tomarse únicamente como referencia para entender el tipo de riesgo que entraña el producto.

Aunque sea una osadía financiera, tomando los datos históricos de los años 1991 a 2007, podríamos acotar las volatilidades anuales de los principales activos financieros de la siguiente manera:

Acciones: entorno al 20%-25% anual (aunque durante 2008 se disparó hasta el 70%).
Bonos del Tesoro (3-5 años): puede llegar hasta el 4% anual.
Letras del Tesoro: 0,5%-1%...es lo menos volátil y conveniente para la total seguridad y como refugio a corto plazo a la espera de que amaine la tormenta.

Esa volatilidad del 20% en una acción o en cualquiera de estos activos se puede descomponer en 2 tipos de riesgos:

1. Riesgo Sistemático (no confundir con sistémico: ver Riesgo parte I): nivel de riesgo que no puede eliminarse o reducirse con la diversificación, ya que depende de aspectos generales que afectarán a todos los valores de manera idéntica o similar (inflación, tipos de interés, fiscalidad, acontecimientos políticos son ejemplos claros). Sólo se puede reducir o eliminar mediante el uso de instrumentos derivados (futuros y opciones que estudiaremos en otra ocasión).

Ejemplo: Si el Banco Central Europeo baja los tipos de interés, esto afecta tanto a los que tienen sobrante de liquidez (tendrán menos ingresos financieros) como a aquellos que les hace falta financiación (tendrán menores gastos financieros).

2. Riesgo No Sistemático: aquel riesgo que de producirse solamente afectará a determinados colectivos. Si en una cartera sólo existe un valor, el riesgo total de la misma será muy elevado ya que si dicho valor atraviesa dificultades ello afectará a toda la cartera. Se denomina también el riesgo especifico o riesgo diversificable ya que puede reducirse o eliminarse mediante la diversificación teniendo unos 15-20 valores que no tengan características similares (no estén correlacionados) en una cartera.

Ejemplo: un incendio de una fábrica tendrá consecuencias muy delimitadas a la propia sociedad o la subida de una determinada materia prima afectará al sector que más la utiliza, etc.

Al aumentar el nº de valores en nuestra cartera, nuestro riesgo no sistemático disminuye hasta llegar un momento en que ya no sirve de nada aumentar más los valores en cartera porqué hemos llegado al mínimo riesgo que tendremos siempre : EL DE MERCADO.

¿Qué nos impide diversificar correctamente?

La exigencia por parte de los bancos de comprar importes mínimos para la compra de determinados activos (en Renta Fija se sitúan entre 50.000-100.000 euros).

En la compra de acciones estos mínimos son muy bajos pero en cambio los gastos de corretajes y otros gastos fijos hacen que no sea muy rentable comprar menos de 2.000-3.000 euros por valor.

A estas barreras hay que sumar luego los condicionantes fiscales de cada uno de los distintos productos, pero en esta crisis se ha podido constatar que la barrera más importante es la potencial iliquidez de ciertos productos como los Hedge Funds (ver anterior artículo del 15/01/2009), Fondos Inmobiliarios o Participaciones Preferentes.

Conclusiones

Estas barreras abocan a muchos inversores a comprar casi por exclusión productos de ahorro colectivo como los Fondos de Inversión que por vocación y normativa, son instrumentos que diversifican el riesgo no sistemático en todas las categorías de riesgo existentes.

Te sugiero que hagas una prueba la próxima vez que tu banco o tu asesor te aconseje un producto cualquiera (un fondo de inversión, plan de pensiones, unas acciones, renta fija o cualquiera que tenga que ver con tus ahorros). Sólo le tienes que hacer la siguiente pregunta:

¿Me puede indicar la volatilidad anual que tiene ese producto así como la rentabilidad que cree que puedo obtener y el plazo que me propone para que se cumpla todo eso?

Por la cara que ponga reconocerás inmediatamente si sabe la respuesta o no y, como mínimo, le pones en un aprieto y te diviertes un rato.

Muchos, aunque pensemos que somos expertos, de hecho no lo somos más que otros. Lo único que nos diferencia respecto a los demás es que a veces sabemos contarlo algo mejor, ¡nada más! Nuestro oficio debe ser sencillamente ejercer de sommelier y proponer el vino que mejor corresponda al plato que vayamos a comer. ¡Que aproveche!

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