Buscar en este blog

lunes, 16 de enero de 2012

Sólo puede quedar UNO


La inmortalidad ha sido siempre un sueño codiciado por el ser humano, al menos esto refleja la dilatada literatura y cinematografía existente sobre el tema. Quien no recuerda la película “Los Inmortales” protagonizada por Sean Connery y Cristopher Lambert, cuyo único argumento era que estos hombres inmortales tenían que ir enfrentándose y eliminándose en combates individuales ya que al final sólo podía quedar UNO. El último superviviente tenía entonces el privilegio de volverse mortal ya que la inmortalidad les había negado durante los siglos anteriores llevar una vida “normal”.

Pues bien, con la excusa de ser TOO BIG TO FALL se ha regalado a los bancos el elixir de la inmortalidad (barra libre en el BCE, no aceptar quitas de Estados en caso de pérdidas, obtener dinero público cuando hay mala gestión o cuando hay malversación de fondos, o simplemente cuando el negocio va mal). No obstante, esta situación comporta un agravio comparativo con el resto de los mortales ya difícilmente justificable de por sí pero totalmente repudiable cuando además hacen pagar los platos que ellos mismo han roto.

Para llegar a esta nueva situación hemos permitido que se crearan unos Bancos demasiado grandes para caer, unos Bancos que están por encima del bien y del mal, en definitiva unos Banco Inmortales. Estos, en agradecimiento al ESTADO protector, inmortal por definición, les han prometido la compra masiva de su deuda pública con la permisibilidad del BCE, gracias a los cerca de 500.000 millones de euros que estos bancos han conseguidos en la reciente subasta que el BCE ha realizado a un tipo del 1% y a un plazo de 3 años. En contrapartida, el Estado tranquiliza a los bancos con la promesa de recapitalizaciones si fuera necesario u cualquier otra ayuda que se requiriera en su momento. Pero una cosa sí que ha quedado clara: los mortales no sólo no recibiremos ayudas sinó que además tendremos que asumir todas y cada una de las medidas “impopulares” que ya se nos están imponiendo.



Actualmente el Ministro de Economía y competitividad, Luis de Guindos, tiene planificado que se fusionen todas aquellas entidades que poseen activos inferiores a los 100.000 millones euros, es decir todas menos el SANTANDER, BBVA, BANKIA, CAIXA BANK, SABADELL+CAM Y POPULAR.

Los mortales se preguntan: ¿Por qué deniegan mi crédito cuando ellos disfrutan de liquidez ilimitada a pesar de tener una pésima solvencia?

El objetivo de las empresas es intentar perdurar a base de crear y fabricar buenos productos y servicios para sus clientes. Ellas saben que de no ser así nadie saldrá a su amparo en los momentos duros que tendrán que afrontar. El momento actual es durísimo y las empresas están hartas de esperar que se abra el tan esperado grifo del dinero. Hablan de que sólo un porcentaje muy bajo, inferior incluso al 20% de las peticiones de financiación, son finalmente aceptadas por los bancos/cajas, porqué

1) estos prefieren destinar los fondos recibidos a curar sus propias heridas
2) la entidad o el empleado de turno tiene otras prioridades/necesidades
3) a veces el empresario formula mal sus peticiones de ayuda.

En mi opinión para (1) el gobierno debería de obligar por ley a que un cupo mínimo del dinero conseguido en las subastas que realiza el BCE se destine al crédito a empresas. Todas ellas deberían de ajustarse, eso sí, a los criterios exigidos para recibir estos fondos.

En el segundo supuesto se debería tener unos mecanismos automáticos para penalizar la entidad en cuestión.

En el tercer caso son a veces los empresarios quienes deben mejorar la forma en que solicitan el dinero que necesitan ya que a veces se olvidan de lo más obvio: ¿Cuánto dinero necesito? ¿Para qué lo necesito? ¿Como lo voy a devolver? Si estas tres preguntas tuviesen unas respuestas bien apoyadas y justificadas sea por el empresario o por el empleado que presenta la operación, la probabilidad de aprobación aumentaría exponencialmente ya que en la mayoría de los casos es una persona quien sanciona la viabilidad del proyecto y dictamina la sentencia.

A continuación expondré un caso reciente que creo ayuda a entender lo anterior:

Acabamos de aprobar un préstamo a 10 años de 650.000 euros a una empresa propietaria de varias salas de cines para (1) cancelar las últimas cuotas que le quedaba por pagar de un leasing inmobiliario empezado en el año 2.000 y (2) para invertir 470.000 euros en la digitalización de sus salas de cine y dotar a la empresa con la mejor tecnología que la situará en las posiciones delanteras y evitará así ser barrida por sus competidores y perdurar en el tiempo.

Aunque esta empresa había pagado religiosamente todas sus cuotas durante los últimos 11 años sin ninguna devolución y sólo le quedaban las 6 últimas, su entidad bancaria no había sido capaz de encontrarle una solución! Lo inadmisible es que ésta no es una situación aislada pues demasiado a menudo me encuentro ante situaciones parecidas. Ante un entorno de menores ingresos operativos, la mayoría de las empresas han visto como sus necesidades coyunturales de un mayor circulante se convertían en estructurales y no han conseguido que su banco les adaptara el tipo de financiación adecuado a la nueva situación.

El único “problema” que tenía esta empresa es que la cuota mensual que atendía desde hacía 11 años ya no era apropiada en un entorno de menores ingresos y había mermado gran parte de su capital circulante que a su vez le había imposibilitado atender algunas de las obligaciones de la empresa... déjà vu?.

Cuando este empresario constató que no podía continuar el proceso inversor de su empresa, no dudó ni un segundo en buscar una solución. Ahora, gracias a la concesión del nuevo préstamo, esta empresa podrá de nuevo conciliar sus obligaciones de pago en el corto plazo, las obligaciones versus sus accionistas y continuar el proceso inversor detenido entonces por falta de liquidez. Además, ya está planteándose abrir más salas de cine, ofrecer mejores servicios, emplear más personal…todo con el objetivo de posicionarse en una situación de ventaja respecto a sus competidores, verdadera recompensa de los emprendedores que han sacrificado su tiempo y su dinero para realizar su sueño.

El administrador de esta empresa, un excelente profesional por cierto, ya había pedido con mucha anticipación ayuda a su entidad bancaria (una de las inmortales dicho sea de paso) pero al cabo de cuatro meses y ante la falta de respuesta siguió buscando hasta contactar con nosotros. ¡Aún ahora no llego a entender el inmovilismo de estas entidades!


Antes de acabar, no puedo dejar de hacer una leve mención a todos los afectados de participaciones preferentes que me habéis llamado durante los últimos meses. Ya sé que el mal de muchos es consuelo de tontos, pero que sepáis que se estima que sois unos 500.000 en toda España.

La Comisión Nacional del Mercado de Valores prohibió después del verano pasado una práctica habitual en la clientela interna de algunas entidades financieras que consistía en traspasar los títulos de clientes deseosos de vender a otros clientes, con la futura promesa de una alta rentabilidad “sin ningún riesgo” y con “inmediata liquidez”, cuando en realidad las valoraciones de estos activos se situaban entorno al 45%-50% del precio en que se cerraban estas operaciones... ¿Cómo lo calificaríais esta práctica?

Cuando corrió la voz de que estos títulos no se podían vender al precio contabilizado, empezó a cundir el pánico y se produjo una avalancha de órdenes de venta. Las entidades se encontraron entonces ante la obligación de reconocer que estos títulos ya no valían lo que indicaban los extractos de los clientes.

Como habréis leído, la mayoría de entidades han adoptado una de las tres alternativas que apuntaba en mi escrito del 7/6/2011. Parece que la solución adoptada mayoritariamente en los últimos meses ha sido la de canjear las participaciones preferentes por obligaciones convertibles en acciones o por un mixto entre obligaciones convertibles y subordinadas (en estas obligaciones el pago del principal como los intereses, se sitúan en segundo lugar tras los trabajadores, obligacionistas normales, acreedores, bancos por créditos o Estado, en caso de problemas de pago y el cobro de los intereses se supedita a que los resultados de la entidad sean positivos).

Las entidades aprovecharán la ocasión para hacer firmar una eximición de su responsabilidad y en un próximo futuro supongo que serán los jueces quienes deberán determinar si hubo o no mala fe ante la avalancha de demandas judiciales que se van acumulando día tras día.

Lo malo es que para cuando empiecen a dictaminarse las sentencias dentro de unos cuantos años, nadie se acordará de qué era una participación preferente ni de los bancos que las promovieron. El único consuelo es que los que decidan librar batalla, estoy convencido de que al final saldrán airosos.



Tras el proceso de fusiones bancarias no sé si quedará sólo UNO o unos pocos pero lo que parece claro es éstos permanecerán inmunes operando en el mercado y disfrutando de su condición de Inmortalidad. Cuando finalmente la utilicen para dar crédito a aquellos que lo necesitan para generar valor (aprendamos de los errores del pasado), estoy convencido de que habremos llegado al final del túnel.

No hay comentarios: